"Viajar por el continente es luchar por salir al alba después de haber estado entretenido toda la noche estrepitoso partido de fútbol; tragar polvo en un largo viaje en auto bus y despertarse por intentar saber cual de los pueblos por los que se pasa es el que se quiere visitar : llegar y encontrar la mochila en el suelo y sentir un profundo alivio; ver a niños mendigando, el arduo camino hasta el hotel, una vejiga a apunto de explotar y la emoción de un nuevo pueblo; y todo catapultando la mente del viajero de un extremo emocional a otro.
El director del hotel dice que hay agua caliente en la ducha, pero el agua caliente que cae sobre la espalda está tan fría como un glaciar patagónico. No hay asiento en el váter. ¿Eso es un ventilador? ¡Si parece un helicóptero! A comer. Dejar la mochila en un rincón, sacar el mapa, localizar el mercado, echar mano del pasaporte (¿o ir sin él?) y salir. Al sol se está genial. Perderse, agriarse el humor mientras el nivel de azúcar en sangre cae en picado, encontrar el mercado, oler los mangos e intentar regatear. Acabar pagando - ¿y si era un timo? -y caminar para buscar un buen sitio donde comer. Y cuando se encuentra la dicha es absoluta e incomparable.
Fragmento de la guía "Sudamérica para mochileros"
